El niño perdió el dedo en una resbaladilla oxidada

Amas de casa protestaron anteayer lunes en la tarde en el Palacio Municipal de Teya y pidieron al alcalde, el priista Porfirio Arceo Coral, que cambie los juegos de metal por otros nuevos de plástico en el parque del Centro debido a que, informaron un niño perdió el dedo medio de la mano derecha al jugar en la resbaladilla rota y oxidada.

Mujeres y menores de edad mostraron pancartas con las leyendas “Exigimos justicia”, “Exigimos un parque nuevo con juegos de plástico”, “Antes de su salida (de la alcaldía) queremos que se comprometa a poner juegos nuevos de plástico”, entre otras. En los bajos del Palacio, Arceo Coral atendió a las familias, pero alegó que no hay dinero y que el accidente del niño no impedirá que el PRI gane de nuevo las elecciones (del 1 de julio).

—El parque está en malas condiciones desde hace años y ahora que un niño perdió un dedo, el alcalde tapa el pozo al mandar a repararlo soldando y pintando los juegos, lo que tiene molesta a la comunidad —expresó una vecina, en alusión a que anteayer en la mañana personal municipal soldó y tapó los huecos de los juegos.

Los inconformes le recriminaron al edil que diga que no tiene dinero para el parque, pero sí tiene dinero para comprar votos para el PRI.

Según los inconformes, Arceo Coral les replicó que es su dinero y hace con él lo que quiere, y les dejó entrever que si el PRI gana la elección, “se podría hacer esta obra que piden”. Se averiguó que el sábado 28 de abril, Mariela Cortés Padilla y su hijo Enrique Oliver Cortés Padilla, de 7 años de edad, llegaron al parque céntrico.

El niño corría en la parte superior del juego que tiene una resbaladilla pero, al agarrarse de la barandilla, el mencionado dedo se le trabó en un orificio filoso por el óxido y, por la velocidad a la que corría, se le amputó.

Los gritos del menor alertaron a los presentes.

El niño, acompañado de su madre, fue llevado en un auto particular a un hospital de Izamal, donde lo estabilizaron, y de ahí enviado a un nosocomio en Mérida, donde no pudieron reimplantarle el dedo.