Selfi entre damas: siete de las integrantes de las Panteras, en camaradería antes de saltar al diamante el domingo pasado, cuando vencieron a los Henequeneros de la ex Hacienda Too 7-2

El domingo de cine o de paseo en familia, lo más tradicional en nuestras costumbres, se abre para ellas como un día especial en el calendario.

Los varones que juegan béisbol aman ese día. En sus redes aparecen sus “Hoy se juega”, “vamos a darle”, “día de béisbol”.

Hay mujeres que quisieran hacerlo, pero las circunstancias propias de un mundo en el que las damas apenas van siendo permitidas a desarrollarse, lo impiden.

Pero un grupo de adolescentes, estudiantes y profesionales algunas, decidió tocar puertas para seguir con sus aspiraciones de crecer en el rey de los deportes y… lo logró.

Nació, de esta forma, el Panteras Team. Son parte de la historia del béisbol en Yucatán porque, oficialmente, son el primer equipo que, mezclado con varones, juega contra equipos de varones en una liga de categoría libre.

“Me contactaron un día para decirme que querían meter un equipo de mujeres en mi liga y yo no tengo inconveniente de que, tratando de promover el deporte y de la participación de la sociedad en todos los ámbitos, ellas pudieran jugar”, dice Armando Lara Canto, presidente de la Liga Motuleña de Béisbol.

Les dio cabida en el torneo que estaba por arrancar en el Grupo Henequenero, que involucra a equipos de segunda y tercera fuerza libre.

Pero, con seguridad, esa decisión iba a levantar polémica. Nada fácil que en un mundo considerado machista, los varones aceptaran tener a las damas como rivales. Primer obstáculo…

“No protestó nadie. Solo fue muy claro un punto: son mujeres, sí, pero es béisbol y es igual para damas y caballeros. Sin condiciones a favor. Lo saben. Las reglas son las reglas y el respeto es el respeto”, señala Lara Canto, quien lleva más de 40 años organizando la liga y tiene un lugar reconocido en el medio beisbolístico.

Los orquestadores de la participación de las damas en el circuito, Luis Bacelis y Ricardo Durán, se pusieron manos a la obra. Dejaron contentas a ocho chicas (ya son nueve) que han jugado siempre y han estado involucradas en el béisbol, pero en esta última disciplina no habían tenido oportunidad de salir al diamante. Ocho por el momento, porque seguramente vendrán más.

“Lo único que queríamos es que pudieran seguir jugando. Sabemos lo difícil que puede ser por las costumbres que tenemos los mexicanos, pero era cuestión de que vieran que tenían nivel. No es algo de ayer o de poco tiempo, las muchachas tienen muchos años practicando. Solo querían una oportunidad”, comenta Bacelis.

Querían, aclaran tanto Lara como Bacelis y Durán, que la incursión fuera con un equipo femenil al completo, pero, por las circunstancias, decidieron que fuera mixto, aunque dejando abierta la puerta para que sean más las mujeres que se unan al equipo o que, tal vez, se armen otras novenas con ese mismo esquema: hombres y mujeres en el mismo club.

Buscaron sede y encontraron pronto una: Mocochá, cuya alcaldesa, Luz Aguilar Cruz, les dio todas las facilidades para usar el campo de béisbol. La comunidad acogió bien a las Panteras y la afluencia de aficionados al campo fue muy importante en las primeras dos fechas.

Rifándose el físico

Durán comenta sobre el partido anterior: “En una jugada, María José Góngora (receptora) participó en una jugada cerrada y aguantó bien para hacer el bloqueo y sacar el aut. Los aficionados premiaron con una ovación fuerte por lo beisbolero que resultó el momento, de buen nivel. No importó que sea mujer, había que poderle”.

En eso basan los organizadores de las Panteras sus razones para estar en una liga competitiva: “Mostrar que tienen habilidades. No que haya concesiones porque, de lo contrario, no tendría sentido”.

“Hay que jugar el béisbol como es en realidad, Así es el juego”, dijeron.

Sin olvidar la naturaleza de mujeres, ni perder la femineidad, es común verles ajustarse los bombachos como hacen los varones, pero también se les mira arreglarse el cabello, darse un retoque de pintura, mirarse ante el espejito o el celular (que hace las veces de espejo, claro), y aparecer con accesorios propios de mujeres: aretes, pulseras, colas. Liretal: cosas de mujeres.

“Para todo el equipo es importante el apoyo de papás y mamás. Son niñas, pero pueden mostrar sus habilidades en el campo”, destaca Bacelis. “Los rivales reconocen el nivel que ven pues salen a rifarse el físico”.

Son mujeres que van de 18-19 años. La mayor tiene 30 y la mejor, 15. Todas están enfocadas en papeles propios de las damas, estudiando y trabajando.

“En ese rango van. Son mujeres normales. Y lo único que querían era una oportunidad de jugar. Y ya la tienen. Lo agradecemos”.

Así las cosas, las chicas ya disfrutan, como los varones, la llegada del domingo. Las guerreras se van al diamante a disfrutar el día, a alegrar a otros que les ven jugar y a responder a los que se hicieron de valor, con argumentos, para abrirles las puertas. Nada fácil.

No son, evidentemente, las primeras beisbolistas de la historia en Yucatán ni mucho menos en el mundo. Ejemplos grandes en nuestra tierra con Lupita Worbis, la primera que se recuerda en estar en la Liga Yucatán (antes de ser destacada futbolista), luego las hermanas Morejón y otras chicas de su generación, y más adelante con Rosy del Castillo jugando en la Liga Meridana. Pero con seguridad, pronto se unirán más. El primer paso está dado.