El Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, mostró ayer en Mérida la diferencia de actuar con libertad, sin la rígida custodia del Estado Mayor Presidencial, porque escuchó con calma y directamente los planteamientos de las personas que afrontan problemas laborales, de despido, de desempleo y pudo tomarse las selfis que quiso.
Apenas bajó de la camioneta Armada Nissan en la puerta del Centro Internacional de Congresos, a las 13:26 horas, el Presidente fue hacía las enfermeras del Hospital Regional del Issste, quienes le informaron que la institución les debe 6 y 8 quincenas por falta de dinero y le entregaron un escrito. El Presidente ofreció que atendería esa petición. Y sí lo hizo, porque a las 2 de la tarde empezó el pago a 300 trabajadores de contrato, pero solo les dieron 3 quincenas.
No conformes, las enfermeras esperaron la salida del Presidente, a las 15:50 horas, vieron que saludaba desde la misma camioneta y se pegaron a la ventanilla donde estaba él y escucharon que diga el Presidente: “Vayan a la esquina (del Oxxo de la Avenida Cupules), allá les atenderá el director general del Issste (Luis Antonio Ramírez), ya está yendo”.
Junto a los odontólogos desempleados, una maestra de contrato también le informó al Presidente que hace 4 meses que no le paga la SEP.
“Velo Huacho”, pidió de nuevo a Díaz Mena, quien siempre estuvo pegado al Presidente.