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El triste fin de un alarife puede resumirse en la frase: “fue por la depresión”, ya que en los primeros minutos de ayer jueves acabó con su existencia, en una improvisada bodega de la constructora para la que trabajaba, en el fraccionamiento Paseos de Caucel.

Según se chismeó, el alarife tuvo problemas con su domadora y se separó de ella. Por eso se quedaba en la construcción; llevaba días sin ver a sus dos hijos y eso lo tenía sumido en una profunda tristeza, que al final hizo que se lo llevara al otro mundo.

Se averiguó que durante las mañanas talachaba como albañil y en las noches era velador. Desde hace unas tres semanas habría tenido problemas con su domadora y ésta le negaba frecuentar a sus pequeños.

La identidad del infortunado sujeto, se mantenía en calidad de desconocido, hasta ayer jueves, ya que sus compañeros sólo lo conocían como “Dagoberto”, pues se quedaba a dormir en el mencionado lugar de resguardo de materiales, ubicado en la calle 45 con 120 del mencionado complejo habitacional de Ciudad Caucel.

Personal de la Fiscalía General realizó las investigaciones para descartar algún posible hecho delictivo y el Semefo hizo el levantamiento del cadáver.