Fotografia de la Edición Impresa

Mae tía rechonchita, te debo confesar que no soy un machín de hueso colorado, ya que al momento de tener acceso a la cueva de una nenorra bien sabrosa, el tilingo lingo se apepitó y comenzó a desmayarse. Luego, al salir a la calle, vi a un mamey y la onda comenzó a levantarse caón.

Rey Can

¡Uay mijo! Te felicito por saber que eres bien ma…riposa, pero, vaya forma de descubrirlo. Si de plano no exploraste la cuevita es que sabes que tu tilingo quiere probar otra onda. Bueno né, que más te puedo decir. Yo sólo te aconsejo que cuando vayas a jugar a espadazos no se te vaya antojar la cueva, pos ahí ya no sabrás tus preferencias.