Érase una vez una mujer tan alta, pero tan alta que se cayó el lunes y llegó al suelo el viernes.
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—¿Me da dos panes?
—¿Usted no es Drácula?
—Sí.
—Pues, ¿no que Drácula sólo bebe la sangre de sus víctimas?
—Sí, pero una persona se accidentó bien feo y la pobre quedó como para untar en el pan.