Esta aterradora leyenda pertenece a un colonial pueblo de Colombia, donde sus habitantes más longevos advierten a los más jóvenes que tengan cuidado, porque en Semana Santa el diablo anda suelto.

La historia comienza hace muchos años durante la celebración de una misa, cuando el sacerdote notó que entre los feligreses, había una persona que no alababa a Dios, sino que lo repudiaba, pues se movía alebrestadamente para adelante y para atrás, y su rostro reflejaba una ira oscura. Todos los demás pensaron que se trataba de una mujer con algún trastorno mental, pero el padre sabía que trataba de una poseída, pues esa mirada no era humana, sino de una presencia demoniaca.

El sacerdote esperó a terminar la misa y que la mayoría de las familias se retiraran, y fue entonces cuando pidió la ayuda de algunos cuantos que se quedaron, entre ellos una monja; el sacerdote preparó todo para el exorcismo, y posteriormente comenzó la batalla contra el mal, mientras todos los presenten lo respaldaban con oraciones y la monja le arrojaba al ente agua bendita.

El diablo no paraba de gritar y blasfemar, conforme eran más intensos sus chillidos, los objetos de la iglesia se caían, las bancas crujían y las ventanas retumbaban, hasta que de pronto la mujer poseída volteó casi por completo su cabeza hacia las puertas de la iglesia y donde estaban los feligreses que ayudaban, el demonio sonrío y en eso entró una gran serpiente con la intención de atacar a los católicos, pero estos escaparon por la puerta trasera, llevándose con ellos a la mujer endemoniada.

Se dirigieron a la casa parroquial, y entre los ladridos de los perros, el cacaraqueo de las gallinas y el fuerte soplido del viento, el exorcismo volvió a comenzar esa noche fría y oscura, justo a la hora favorita del diablo, las tres de la mañana. La entidad que poseía a la mujer fue obligada a hablar, y fue entonces que dijo que era el mismo diablo y que se quería llevar el alma de la mujer.

El padre ni los demás desistieron y continuaron orando, hasta que de pronto el diablo dio un estremecedor gritó que provocó que temblara la tierra, causando pánico entre los lugareños, quienes salieron de sus casas corriendo, para luego percatarse que algo sucedía en la casa parroquial, pues de las ventanas y ranuras de las puertas emanaban luces del infierno, cuando se enteraron de lo que pasaba, el pueblo entero comenzó a rezar y fue entonces que el diablo fue expulsado del cuerpo de la víctima, pero no sin antes prometer que volvería en Semana Santa.

Se cuenta que después de la expulsión llegó la calma, junto con el amanecer, incluso algunas personas creyeron escuchar la conmovedora voz de los ángeles, cantaban aleluya desde el cielo.

Todos los habitantes del pueblo, incluyendo la mujer rescatada, se dirigieron a la iglesia para escuchar una misa especial que el padre ofrecería, en un principio temieron encontrar a la serpiente, sin embargo esta ya había desaparecido del sagrado templo, el único rastro que quedaba de la visita del diablo, eran los recuerdos y un pestilente olor a azufre, como el que se dice que abunda en el infierno.

Actualmente las abuelitas le piden a sus nietos que se porten bien en Semana Santa, pues en esta época el diablo regresa a tierras colombianas en busca de almas.