“Una madrugada me levante y mire hacia otro lado, y tan claro como el día, había un gato negro en el piso solo mirándome. Me levantó y sale corriendo de la habitación y no lo encuentro por ningún lado. Mi esposa cree que estoy loco y me río de lo tonto que me vi. Entonces, una noche, hace una semana, me desperté escuchando un ruido. Cuando mis ojos se adaptaron a la oscuridad, estaba el gato en la mesita de noche de mi esposa lamiéndole los pies y susurre “Pssst … mira”. Cuando mi esposa se da cuenta grita, y el gato saltó hacia abajo, desapareciendo antes de tocar el piso… Antes de mudarnos había una anciana con 2 gatos que murieron en esta casa”.