Kevin vivía conectado al dispositivo móvil, la tarde de ayer; su abuelito le quitó el celular para convivir un rato en familia. El niño no pudo soportarlo y se suicidó.

El menor de ocho años subió a su habitación, se encerró haciendo tremendo berrinche. Hasta abajo se escuchaban los gritos de frustración y como rompía y aventaba las cosas. La familia decidió dejar que se desahogara, pensaron que era una rabieta más.

A las ocho de la noche su hermana fue a ver si ya se le había pasado el coraje, para que bajara a cenar. Tremendo fue el shock al encontrar a su hermanito tendido boca arriba en el suelo. Corrió a avisar a la familia, lo llevaron al hospital, pero solo corroboraron que Kevin ya no presentaba signos vitales.

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Se había asfixiado con la agujeta de uno de sus tenis. La pasó por su cuello y ejerció presión amarrado a la cama. Según los peritajes de la investigación, eso acabó con su vida.

Esta noticia ha conmocionado a la sociedad, pues la dificultad para tener tolerancia a la frustración es más común en los niños que son capaces de cualquier cosa por tener un dispositivo móvil en mano.

Los hechos ocurrieron en la ciudad de México, en la alcaldía de Cuahutémoc.