Todos los domingos, de 10 de la mañana a 2 de la tarde, Martha Canul Cabrera, se instala en la puerta de la iglesia de Mejorada a vender helados.

En su triciclo, adaptado con un techo, doña Martha ofrece helados de mamey, elote y coco, este último, el preferido por los yucatecos, asegura.

Los helados los prepara su papá, y ella se ofreció ayudarlo en la venta. “También lo sé hacer, pero ahorita solo lo vendo y como me gusta vender pues se hace fácil”, dice.

La venta y preparación de helados ha sido el negocio de su familia desde hace mucho, y ella desde que era niña empezó a tener responsabilidades, por ejemplo iba por los cocos o hielos, o bien la ponían a rallar el coco. “Nuestra manos quedaban lastimadas”, recuerda. Y es que en aquel entonces no había tanta tecnología y para desmenuzar el coco hacían ralladores con tapas de las latas de galletas Dondé.

“Ahora todo es más fácil, ya hay un aparato que lo ralla rápido”, indica. Lo único que no ha cambiado son los ingredientes. “Todo sigue siendo natural, no usamos esencias porque el sabor es otro”.

Mientras disfruta un helado de coco, su favorito, doña Martha dice que prefiere vender el producto que prepararlo. “Para el helado de hoy hay que levantarse a las cuatro de la mañana, si uno lo prepara un día antes el sabor es diferente, todo eso ya lo sabemos”.

Igual sabe que el de guanábana que preparan de temporada la gente no los pide mucho. “Nosotros ya conocemos a nuestros clientes, sabemos a quienes les gusta y se los llevamos, pero en la calle muy pocos lo piden”.

Otra cosa que ha aprendido en todos estos años en el negocio es que, contrario a lo que podría pensarse, la venta baja en época de calor, por lo menos, eso es lo que a ella le pasa. “Muchos dicen que porque da más sed, y la gente compra más granizados y saborines”.

Sin embargo, aclara, que en realidad todo es cuestión de la suerte de cada uno. “Mi hijo, que era el que tenía el puesto, vende así haya calor o frío, él vende todo; yo, por temporadas. Hay días en que solo vendo cincuenta helados, hoy por ejemplo sólo he vendido tres”.

Pero la venta la baja venta no la desanima. “Es algo que me gusta, además quitándome de aquí (Mejorada) hago ruteo. Me voy por Wallis, Chuminóplis, luego regreso por acá, me voy al Seguro Social, Tulipanes, paso por el Pich… allí ya hay gente que me conoce”.

Además, indica, si no logra vender su producto, siempre hay quien lo coma en su casa en la colonia Industrial. “Como somos muchos, hay vienen mis nietos, y mi papá también tienen muchos nietos y bisnietos, y pues se gasta”.

Doña Martha empezó a vender helados a los 15 años, y así estuvo un tiempo hasta que se casó. Entonces fue su hijo, quien tenía 9 años de edad, que empezó a vender para ayudar a su abuelo. Su hijo se instaló en Mejorada per después de varios años lo tuvo que dejar por su trabajo. “Y me lo encargó a mí. Como me gusta pues aquí estoy, y además con esto me ayudo pues con lo que gana mi marido no alcanza. Hay que ver cómo acompletar (el gasto)”; sin embargo, dice, la competencia ahora es más fuerte pues hay muchos chiapanecos vendiendo “pero el de ellos es esencia, no es lo mismo. Nosotros seguimos con el auténtico helado, el verdadero helado yucateco”.