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Los tres segundos que Soraya Jiménez debía levantar 127.5 kilogramos para ganar la medalla de oro en los Juegos Olímpicos Sydney 2000 fueron percibidos como los más largos en la historia del deporte de México.

Un ligero giro a su derecha, el temblor de las rodillas y el rostro apretado y rojo dieron cuenta de lo sobrehumano que le representó hacerlo.

Cuando sonó la chicharra que dio por bueno el levantamiento, dejó caer la pesa, brincó con el puño en alto y el gesto de sufrimiento se convirtió en la descripción más gráfica de la euforia. Soraya nunca antes había levantado ese peso y nunca más lo volvió a hacer, al menos en competencia.

A los 127.5 kilogramos se le sumaron 95 en la fase de arranque (el levantamiento se hace de un movimiento, en lugar del “descanso” en el envión) para los 222.5 que le representaron ser la primera campeona olímpica en la historia de México.

Pero esos 222.5 kilogramos son los que están en los registros. En realidad, cada competidora debió hacer seis levantamientos, tres de arranque y tres de envión en la prueba y solo los más altos quedaron en los libros. En seis ejecuciones, todas válidas, Jiménez alzó en total 645 kilogramos. En una sola noche. Literalmente, rompió sus límites.

En los años siguientes pasó 14 veces por el quirófano para atenderse de la rodilla izquierda, uno de los lugares del cuerpo que más se afectan en este deporte. Cinco de esas cirugías ocurrieron antes de los Juegos de Atenas 2004, a los que finalmente no pudo acudir para defender su medalla de oro.

Su última oportunidad en el alto rendimiento fue en los Juegos Panamericanos Río 2007 y, paradójicamente, fue el golpe letal a su salud, pues ahí enfermó de influenza tipo B, lo que provocó que le extirparan el pulmón derecho. Dos años después, también padeció la influenza A-H1N1 que afectó a más de 72 mil personas en México, por la que se suspendieron actividades escolares y laborales en el país.

El padecimiento la tuvo en coma por 15 días, pues lo ocurrido en 2007 provocó una pérdida irreparable en sus defensas.

Soraya falleció el 28 de marzo de 2013, por un infarto al miocardio mientras dormía en su departamento de la Ciudad de México. Tenía 35 años. En el funeral, su hermano, José Luis, acuñó una frase que define la historia de la vida de la campeona olímpica: “Le costó caro ser leyenda”.