José Vargas durante la ceremonia de su entronización en el Salón de la Fama

Yucatán no olvida la noche del 27 de agosto de 2006. Tampoco podría olvidarla José Vargas Cuevas.

Un año antes llegó a esta tierra como un refuerzo para los Leones. Lanzador promesa de Grandes Ligas, José Amaurys Vargas Cuevas no se entumía por nada, dentro y fuera del terreno de juego. Nunca se entumió.

Con los Leones hizo historia. Y sus estadísticas, entrega y pundonor, probadas rodas, fueron clave para que, una década más tarde, sea parte del Salón de la Fama del Deporte Yucateco.

Le tocó ser parte de la entronización de la Clase 2018, exaltada el sábado 15 pasado, junto con otros siete personajes del deporte yucateco. La suya es la primera entrega especial sobre los nuevos inquilinos del templo sagrado del deporte local.

“Es un día especial, porque se junta el cumpleaños de mi hija y la aceptación en el Salón de la Fama. Todo se me ha juntado y me siento más que feliz”, dice el serpentinero nacido en Barahona, República Domicana, pero desde 2005 viviendo definitivamente en Mérida.

“Hoy estoy cosechando lo que yo he sembrado, lo que he hecho por el béisbol. Y el que me hayan propuesto los organizadores del Salón de la Fama y me hayan votado los periodistas, que están al pie del cañón siguiendo mi carrera. Me siento más que pagado con eso, y me siento muy yucateco, aunque no haya nacido aquí”.

Vargas dio mucho a los Leones. La noche del 27 de agosto es, de acuerdo con muchos que siguen a los Leones, clave en su carrera.

Hizo, en el Juego 5 de la Serie Final ante los Sultanes de Monterrey, un épico relevo de seis entradas. Su brazo, lo acepta, terminó casi roto tras esa memorable batalla de 14 episodios que permitió a los melenudos coronarse en la Liga Mexicana.

“Ahora que me hacen esta entrevista voy recordando la historia. No sentía que era una labor solo del equipo, yo me sentía como un hijo de esos miles de aficionados que estaban en el Parque Kukulcán, los que estaban frente a la televisión, los que seguían por radio”.

“Me entregué a la ciudad, al equipo. Habían pasado muchos años sin que se diera el campeonato. Y en ese momento se dio la oportunidad. Hicimos el trabajo al cien por ciento, como debimos haberlo hecho”.

Fue un click de Vargas con la afición yucateca. Hoy en día, es un personaje conocido en todos lados, dentro y fuera de los diamantes. Tras retirarse como profesional, con una carrera cortada abruptamente por una lesión en el brazo de lanzar, ha sido mánager en diversas ligas (como la Meridana), couch, entrenador infantil. Un personaje saludado en donde quiera que se presente.

Lo agradece siempre. “Estoy feliz con la vida. Esta entronización me da más orgullo por estar en esta tierra. Elegí Yucatán como mi segunda casa, con la mejor afición del béisbol, que es la de aquí. Me gané el corazón de los aficionados y me hacen sentir yucateco”. Y, refiere sobre la entronización, “volteas a ver y miras a tanta leyenda del deporte yucateco, a tanta figura. Estás en un lugar junto con ellos, como el ‘Coro’ (Leonel Aldama), Carlos Paz, ves que un árbitro llegó tan lejos (Freddy Sansores), un basquetbolista muy destacado (Edwin Sánchez) y también está Russell (Gutiérrez Canto, electo como cronista) y gente que apoya como el señor (Jorge) Robleda”. “¡No..! Definitivamente que hacen que uno se sienta especial, en una tierra donde todo lo que hacen es muy especial”.