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Quién no recuerda cuando ganaba su dinerito extra cantando la rama en los hogares de sus vecinos, al parecer esta tradición decembrina se ha estado perdiendo debido a que los chamacos buscan nuevas formas de entretenimiento co mo el celular y otras tecnologías. Otro factor es la inseguridad, pues en algunas zonas no hay muchos hogares y solo hay monte. Eso opinó el antropólogo Indalecio Cardeña Vázquez.

El historiador e investigador indicó que la reducción de las “ramas” se venía observando desde 1995. “Ha ido bajando entonces y hasta ahora, podríamos decir que prácticamente no hay”.

También contó que en los fraccionamientos nuevos no hay o son muy pocas.

Cardeña Vázquez, quien también es presidente del Círculo de Estudios Humanísticos de Yucatán, añadió que en la disminución de la “rama” influyeron también estos cambios que se dieron en Mérida desde la década de los 90 y en la conducta.

El antropólogo explicó: Que se pierdan o que se mantengan elementos culturales forma parte de la dinámica misma de las sociedades, porque ellas determinan qué aspectos y rasgos culturales permanecen, se cambian o se abandonan.

Son ellas mismas las que lo hacen por su misma dinámica, por si está cumpliendo una función o no, dijo.

En este aspecto hay que considerar también cuando estos cambios son forzados o inducidos, pero en el caso de la “rama” siento que se debería a la dinámica económica y tecnológica que vivimos, indicó.

La economía de una sociedad, en términos generales, puede influir para que algo se pierda o se transforme como es el caso de las tienditas de la esquina, los tendejones, de los cuales muchos han desaparecido y eso es porque en ese sector económico han surgido las llamadas tiendas de conveniencia, planteó.

Muy poquitos…

El investigador recordó que en el pasado era común ver a grupos numerosos de niños participando en las “ramas” y ahora de los pocos que se ven están compuestos por dos o tres y acompañados de algún adulto, presencia que no se tenía en décadas atrás.

Por supuesto, comentó, a principios de este siglo no había este ambiente de inseguridad que hay ahora.

Asimismo, lamentó que se pierda esta actividad. “Qué pena que ya no haya ‘ramas’, qué pena que los niños ya no tengan un medio más de convivencia, una oportunidad más de socialización, qué pena que eso se haya perdido realmente por esa dinámica”.