el profe Mateo traslada en su coche a los niños que puede a la escuela. Ha gestionado un vehículo escolar y ningún gobierno le hace caso

Podría creerse que se trata de una broma, pero es un hecho real, Mateo Díaz Chablé, profe de la telesecundaria “Yucatán” de la comisaría de San Hipólito, en Tizimín, se gana la simpatía de muchas personas al anunciar que con apoyo de sus alumnos y padres de familia juntarán el dinero necesario para comprar un “cachito” de boleto para la rifa del avión presidencial, ya que está cansado de que las gestiones que ha hecho ante distintas autoridades no fructifiquen para tener un vehículo de traslado para los estudiantes.

Díaz Chablé chismeó que ha hecho gestiones ante autoridades de todos los niveles para que les doten de un vehículo para los 25 alumnos de las comisarías de Teapa, San Juan Km. 4, Santa Elena y Luis Rosado Vega que acuden a este plantel educativo, ubicado entre los límites de Yucatán con Quintana Roo.

Sereno moreno, dijo que sobre el tema de la rifa del avión presidencial tiene confianza de correr con suerte: “Se nos presenta la esperanza con la rifa del avión presidencial, juntaremos para la compra de un ‘cachito’ y rogamos que la fortuna nos sonría, y ganar el premio mayor… y así dejar de molestar a las autoridades”.

“Reiteradamente hemos solicitado junto con padres de familia, población escolar y docentes, el apoyo con un vehículo de medio uso, para el traslado de 25 alumnos de distintas comisarías que acuden a diario a la telesecundaria, pero la respuesta ha sido que el presupuesto no contempla ni alcanza para solventar esta situación”.

El mentor muestra unas imágenes de jóvenes que viajan en la cajuela de un auto, que evidencian la forma y el riesgo que pasan los estudiantes para acudir a su centro escolar.

Mateo Díaz Chablé desde hace varias décadas se encarga de traer y llevar a sus lugares de origen a un grupo de alumnos para que en los días hábiles lleguen puntuales a sus clases, pero sobre todo para que no abandonen la escuela.

Los estudiantes se acomodan como pueden, ya sea en el mismo asiento del maestro, en las piernas del copiloto o en la cajuela. El caso es llegar a su centro escolar. Otros educandos caminan hasta 6 kilómetros para llegar al colegio sin importar las inclemencias del tiempo y exponiéndose a sufrir algún accidente como el que recientemente se registró cuando un conductor ebrio a cargo de una camioneta golpeó ligeramente a uno de los estudiantes, quienes por fortuna no sufrieron lesiones graves.

Por el traslado que realiza, el profe no recibe ni un centavo y su mayor recompensa es ver egresar cada fin de curso a una generación más de chamacos sin un alto número de deserción y con las herramientas necesarias para continuar preparándose para darle a su familia una mejor calidad de vida.