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Un hombre, bien pedernal, y sus tres hijos, iban a dizque despedirse del abuelo, quien había felpado, pero los hijos de su pelona, ni siquiera tuvieron tantita pena en el velorio, pues al calor de las copas exigieron que ya querían de una vez la herencia del difunto. Es decir, ya estaban viendo quien era el nuevo dueño de la casa.

Pero el gusto no les duró mucho tiempo,  pues fueron detenidos por la Policía de Kinchil y los llevaron al calabozo donde durmieron, para ser luego soltados en las primeras horas. Según el hecho se dio a las 9 de la noche del viernes.