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Desde el lunes 4, cuando fueron alertados de que una persona reclamaba casi la mitad del terreno de la rectoría de San Pedro y San Pablo, los feligreses mantienen vigilancia constante en la capilla, en la colonia Chichén Itzá.

Cerca de 50 personas se turnan para montar guardia las 24 horas a fin de evitar que los obreros vuelvan a entrar en el terreno como sucedió la madrugada del lunes.

Las mujeres acuden en la mañana, los jóvenes por la tarde y los hombres en la noche y la madrugada.

Ese día, como informamos, alrededor de las cuatro de la mañana los vecinos que viven cerca de la rectoría situada sobre la calle 16 entre 23 y 16-A escucharon ruidos extraños. Se asomaron, pero no vieron a nadie.

A las 7:30 de la mañana llegó la encargada de la limpieza y se sorprendió al ver que había material de construcción. Lo primero que pensó es que se harían las obras que el sábado anterior se anunciaron.

La sorpresa pronto adquirió otro cariz cuando los obreros revelaron la naturaleza de los eventos.

La intendente se comunicó por teléfono con Olga Esther Pérez León, coordinadora de la rectoría desde hace 22 años. Esa mañana “doña Olga” había ido al Centro en camión, por lo que le pidió a José Ramón Ventura Dorantes que viera qué pasaba.

“Estaba desayunando, dejé mi desayuno y fui a ver”, cuenta el señor, mientras hace guardia con un grupo de vecinos apostados en la entrada de la capilla. La voz se corrió y tras unos minutos ya estaban en el lugar varios feligreses.

El problema se hizo mayor porque dentro del área en disputa están la casa cural que funciona como oficina, el baño, cinco salones y las canchas; además, según les informaron, los límites afectarían una parte de la sacristía. La señora Pérez León confía en que el problema se solucionará a su favor y están casi seguros de que el supuesto dueño solamente se quiere pasar de listo.

Hasta hoy no han averiguado su nombre, primero dijo que se llama José Luis y luego Francisco.