Jorge Waisman sentía que la cuarentena que cumplía en su domicilio se volvía insoportable y se preguntó qué podía hacer de utilidad contra el nuevo coronavirus. Ahora es uno de cientos de voluntarios que realiza máscaras de protección facial en 3D para donar a hospitales de Argentina.

Te puede interesar: ¿Se puede caer el internet si todos hacen cuarentena por el coronavirus?

El germen de lo que hoy es una aceitada cadena de elaboración y distribución de máscaras comenzó hace una semana, cuando en medio de la cuarentena que rige en Argentina, Waisman y otras 70 personas armaron en Facebook un grupo que se preguntaba cómo sacar partido de su aislamiento brindando esta ayuda que llega a 20 hospitales públicos.

Muchos voluntarios se han sumado a la iniciativa

Una treintena de ellos, fanáticos de la impresión en 3D, se dedica a elaborar las máscaras con insumos que otros consiguen, mientras que hay varios que reparten el material terminado.

Los anónimos voluntarios provienen del colectivo “Imprimiendo ayuda 3D”, que han realizado con anterioridad trabajos solidarios como prótesis para niños sin manos.

En un primer momento surgió un pedido de máscaras por parte de un hospital y luego se sumaron las autoridades de un municipio. La voz siguió corriendo y el proceso de elaboración “empezó a escalar de una forma increíble”, explicó Waisman.

Una sola máquina de impresión puede hacer 10 máscaras por día. En una semana el grupo ha entregado unas 500 a hospitales de Buenos Aires y sus alrededores.

“Hay algunos que se van a dormir y deja las maquinas funcionando… nuestros propios hijos y esposas están armando máscaras para que al día siguiente venga un muchacho y las pueda llevar”, explicó Waisman.

Por otro lado, médicos revisan el material entregado y asesoran a quienes los fabrican para hacerlo más funcional.

“Yo estoy sorprendidísimo de cómo fluye esto; de la gente que quiere ayudar”, indicó Waisman. En su caso, tener una hija con síndrome de Down que fue tratada de sus problemas de salud en un hospital público le hizo “ver la vida de otra manera” y ser más solidario.

La elaboración de las máscaras no requiere tanto dinero, que por otra parte aportan los propios voluntarios.

.