Hace muchos años en un pueblo mexicano, corría el rumor de que el diablo habitaba en sus tierras, pues muchos de los lugareños lo habían visto en diferentes formas, ya sea como un perro, un toro, entre otras. A altas horas de la noche en una cantina, un campesino incrédulo de la leyenda que contaban, pasado un poco de copas de cierta manera retó al diablo cuando dijo: “A mi el Diablo me pela los dientes”.

El hombre regresaba andando por aquel solitario camino de carretera, guiado solo por la luz de luna hasta que de pronto un lamento entre los matorrales lo hizo desviarse de su destino, al llegar al origen de aquello que lloraba, encontró un bebé envuelto en una frazada.

El campesino conmovido ante aquel inhumano acto de abandonar a un hijo, no dudo en tomar al bebé y llevarlo consigo; Mientras el hombre caminaba logró calmar al bebé, pero algo raro comenzó a notar, pues el bebé se hacía cada vez más pesado al grado que ya no pudo continuar el paso, sorprendido el campesino, observó a la inocente criatura transformar su lindo rostro a uno de demonio…

Sus ojos se volvieron rojos como el infierno y sus dientes se volvieron largos como navajas y siniestramente le dijo: “Mira papi, ya me salieron los dientitos”. En ese momento aquel hombre entró en razón de que era un testigo más de la presencia del diablo, y además le estaba pelando los dientes…

Esta leyenda tiene muchas versiones y se cuenta en varios estados de México, ¿En su estado la conocen?