la leyenda del Huay Kekén

Un maligno y espantoso ser se escondía entre la penumbra de la medianoche con el fin de asustar y atacar a las personas, así nace la terrorífica leyenda del Uay Kekén

Yucatán cuenta con una riqueza culturan envidiable, monumentos, vestigios e historia, pero sobre todo, sus leyendas aterradoras llenas de magia, esta es la leyenda del Uay Kekén.

Hace muchísimo tiempo existían personas que practicaban la magia negra, ritos diabólicos que los dotaban de poder sobre naturales.

De estos ritos diabólicos nace un ser maligno que según algunos testimonios históricos, detallan que realizaban nueve volteretas justamente a las 12 de la noche, convirtiéndose en un terrorífico animal.  

Cuenta la leyenda del Huay Kekén, que durante esos tiempos, las personas solían disfrutar lo que hoy en día los jóvenes llamamos “luz y sonido”.

En ese entonces, las personas solían bailar al ritmo de la música que salía por un fonógrafo, sin embargo, a partir de las diez de la noche comenzaba el ambiente.

No obstante, al sonar el último campanazo característico de la media noche todo terminaba, porque un animal terrorífico con cara de marrano interrumpía en intenso ruido.

Un espeluznante grito, casi como el de los marranos cuando tienen hambre resonaba por todo el lugar, causando el terror de todos los pobladores.

Penetraba en los oídos y hacía que los corazones intensificaran aún más su latir común, Esto sucedía todas las noches, pero sin faltar una.

Dos jóvenes, cansado de esta situación que atemorizaba el pueblo, decidieron hacer algo al respecto.

Una noche se treparon a un árbol y armados con piedras, esperaron por la criatura que atemorizaba a todos.

De hecho, los jóvenes averiguaron por donde pasaba el monstro, por lo que estaban dispuestos a todo, para acabar con él.

Sin embargo el miedo les ganó y además el monstruo cruzó como alma que lleva el diablo y esto complicó aún más el supuesto susto que los jóvenes pensaban darle.

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Al día siguiente por la noche, parecían estar más decididos e hicieron lo mismo, se treparon en el árbol con piedras en las bolsas y entonces, al mismo tiempo, al ver que el animal se aproximaba arrojaron las piedras hacia el cuerpo del animal.

Los jóvenes acertaron y el animal al sentir el proyectil no buscaba quién se las hizo sino quién se las pague, así que la bestia se echó a correr entre los arbustos y pisoteaba plantas, brincaba las cercas.

Pensaron haberse deshecho de la sombra del ser diabólico, pero la necedad del maligno era tan grande que por la noche siguiente regresó al mismo lugar con su característico grito.

Habían pensado que el cerdo embrujado no volvería a hacer acto de aparición por esos rumbos

Al amanecer, los jóvenes consultaron con sus padres para saber que podrían hacer, por lo que averiguaron que la criatura se traba del de un cerdo embrujado, el Uay K’ek’en.

Lo jóvenes compraron cartuchos de escopeta y le pusieron una cruz a cada uno con una lima, estaban listos para tirar a matar contra la bestia.

Durante la noche, los jóvenes dieron en el blanco, la bestia tras verse herido de gravedad, huyó como pudo del lugar.

Sin embargo los jóvenes siguieron al cerdo por medio de la sangre que el animal regaba producto del impacto de bala.

Sólo que al llegar a la carretera se perdió la sangre y ellos no quisieron saber más nada

A la mañana siguiente los jóvenes fueron a desayunar a un comercio local, en ese momento escucharon algo aterrador.

la hija del dueño llegó y le dijo a su padre que trabajaba en el lugar, “¡Papá se murió don Cobá!”, Coba era un viejo brujo que residía desde hace años en aquel poblado llamado Lan Pato.

Al parecer nadie sabía si aún practicaba la brujería

-¿Cómo murió hija? -preguntó el señor.

Dicen que lo balacearon, dice su mujer que cuando llegó a su casa en la madrugada tenía heridas de bala en su costilla y en la pompa izquierda. -Contestó la mujer.

-¡Qué mala suerte hija! tan buena persona que parecía, ni modos así es la vida.

Los jóvenes supieron en aquel momento quién era el hombre maligno que acechaba y asustaba a la gente por las noches de baile.

Decidieron callar el secreto durante un par de décadas, sin embargo, antes de dejar este mundo relataron su terrorífica historia con el Uay Kekén.

Según cuentan algunas personas, aún hay más historias de cerdos enormes que asustan a las personas a las altas horas de la noche.

Se cuenta que estos malignos seres están acompañados de un viento frío y si te llegaras a topar a uno, podrías ser gravemente herido o en el peor de los casos acabar… muerto.

Así que si al caminar por las noches, sientes un viento helado puede ser que el Huay Kekén este muy cerca de ti.

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