La leyenda de la niña María Trinidad

Aquí te vamos a contar la leyenda de la niña María Trinidad, una niña de unos 10 años que desafió a la muerte

La leyenda de la niña María Trinidad.- Hace muchísimos años sucedió un hecho insólito en la comisaría de Yokdzonot Carretero en la ciudad de Tizimín.

Don Virgilio Poo,  habitante de esta población, fue testigo de aquel histórico suceso que le tocó vivir a la niña María Trinidad de unos 10 años, la misma edad de don Virgilio en aquél entonces.

Según Virgilio esta historia convertida en leyenda tiene aproximadamente unos 20 años.

Todo comienza cuando la niña María Trinidad iba al monte a cortar unas hojas de un árbol para que su abuelita le preparara un té a su mamá que se encontraba muy enferma.

Un día de esos a las ocho de la mañana, la escasa gente que habitaba aquella pequeña comunidad vio como aquella niña corría con desesperación rumbo al monte con los ojos llenos de llanto, nadie dijo nada porque ya sabían a lo que iba a pasar, solo se persignaban y le mandaban una bendición pidiendo que Dios la cuidara y ayudara a su mamá.

Para ese entonces no había tantos doctores ni cómo salir a buscar ayuda para llevar a los enfermos a un hospital, además de que el camino para salir a Tizimín era muy pedregoso y muy angosto.

Los brujos de magia blanca o X’men son los que se encargaban de curar y sanar a base de hierbas o brebajes.

Aquella niña llamada Trinidad fue la que se encargó de contar todo lo que le pasó en el monte cuando  llegó a su humilde vivienda y ver la sorpresa que la esperaba.

Según ella estaba muy entretenida buscando y cortando las hojas de un árbol para el té de su madre, y al darse la vuelta para regresar, se topó de frente con un personaje que tenía una túnica larga y negra que le cubría todo el rostro, cargaba una “Guadaña” sobre el hombro, entonces le preguntó a la niña:

-Hola niña bonita ¿Sabes quién soy?

Enseguida ella respondió.

-Si te destapas el rostro te reconocería, pero así es imposible hacerlo.

Aquella cosa me miró con sus ojos huecos y pelones y volvió a preguntar.

-¿Ahora sí me reconoces?

-Sí, ahora sí te reconozco. Eres a la que todos le temen. Tú eres la muerte.

Asombrada la Huesos volvió a preguntar.

-¿Pero, acaso tú no me tienes miedo?

La niña se le plantó de frente para decirle.

-Fíjate que no te tengo miedo. Hace tres meses te llevaste a mi amado papá.

Hiciste que lo mordiera una culebra de cascabel acá en el monte y se murió. Hoy viniste por mi mamá, cómo quién dice, hoy nos morimos verdad. Ella morirá de tristeza y de dolor por la pérdida de mi papá y yo me voy a matar si ella se muere. Como ya escuchaste que programé mi muerte viniste al monte por mí.

La canija muerte no salía de su asombro pensó que me pondría a llorar y a temblar porque la tenía frente a mí.

Yo no paré de hablar ni un segundo.

-¿Puedo hacer un trato contigo muerte? Tú me das tu palabra y yo te doy la mía. Deja vivir a mi madrecita y llévame a mí.

Ella está sufriendo por la muerte de mi papá, yo también, pero me sacrificó para que ella viva.

Dice que la muerte la abrazo y se sintió enternecida.

Por primera vez vio que de sus ojos broten dos lágrimas luego respondió.

-Ven vamos, te doy mi palabra que tu madrecita vivirá cuarenta años más, tiene 30. Morirá a los setenta, tú tienes 10 morirás con la misma edad que tú madre. Es un trato justo lo que hago contigo.

Me ganó todo el amor que sientes por ese ser que te dio la vida y las dos merecen vivir un tiempo más.

Ve a tú casa que, ella te está esperando en la puerta con los brazos abiertos y a su lado varios vecinos tuyos.

Yo acá me despido, nos vemos en cuarenta años.

No sé lo que pasó conmigo, dicen que soy muy mala pero tú me enterneciste, ablandaste el corazón hueco que no tengo.

La muerte cumplió su palabra. A los cuarenta años del pacto,  la muerte llegó por la mamá de Trinidad.

Para muchos la muerte del monte fue muy buena.

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