CIUDAD DE MÉXICO (Por Elia Baltazar, corresponsal de Diario de Yucatán/AEE).— La construcción del Tren Maya que anunció el presidente electo, Andrés Manuel López Obrador, con una inversión de aproximadamente 150,000 millones de pesos deja hasta ahora algunas dudas para especialistas en infraestructura y servicios turísticos.

Roberto Montalvo Gómez, director Ejecutivo de la Confederación Panamericana de Escuelas de Hotelería, Gastronomía y Turismo (Conpeht), advierte que el principal obstáculo a salvar será el costo financiero del proyecto.

Explica que el proyecto lleva 10 años en el papel y que tampoco pudo llevarse al cabo durante este sexenio por falta de presupuesto. “Habrá que ver si ahora los recursos serán suficientes”.

Por lo pronto, López Obrador adelantó que buscará la participación privada para financiar la construcción del tren, prevista para los próximos cuatro años. Pero Montalvo considera que lo financiero es solo un aspecto a considerar porque hay otros temas que deben estar previstos en el proyecto.

Uno muy importante, detalló, es la preservación natural y ambiental de la zona, que es uno de sus principales atractivos.

“El tren sin duda podría impulsar el desarrollo turístico de la región sureste, pero hay que tener en cuenta los riesgos y posibles daños colaterales de la ruta”, advierte el especialista.

Entre otros, el impacto en entorno al masificar la visita de turistas a ciertos lugares que no tienen la capacidad ni la infraestructura suficiente aún, explica. “Quiero suponer que ya tienen algún estudio al respecto, porque incluso Cancún ya está rebasado, tiene problemas de sobredensificación”.

Por eso considera que es importante que al momento de trazar la ruta del tren —que ahora ya se amplió a cuatro estados, además de Quintana Roo— estén previstos los estudios de factibilidad ambiental para “no dejar de lado paisajes y naturaleza por beneficiar al turismo”, dice.

Un ejemplo de los riesgos ambientales es la ruta del jaguar, una especie emblemática y endémica de la zona, amenazada ya por las carreteras y los automóviles. Solo en lo que va del año, al menos seis jaguares han aparecido atropellados en las rutas.

Montalvo Gómez además considera que también es necesario considerar a qué tipo de turismo irá dirigido el servicio, pues si bien es cierto que 79% de los turistas que llegan a Cancún, por ejemplo, son extranjeros que podrían pagar el servicio, tal vez el costo no sea tan asequible para un turismo nacional, y “el proyecto tiene que ser rentable para que no sea fallido”.

Esto incluye además un perfecto diseño de las estaciones, la demanda de servicio y las necesidades de infraestructura que significará para las comunidades de la zona. Un ejemplo, dice, es Palenque, donde el turismo no puede quedarse por la falta de servicios de comida, hospedaje y transporte público.

“Todos esos impactos deben analizarse si queremos un proyecto exitoso y con más impactos positivos que negativos”, dice.

Aclara, sin embargo, que la zona necesita del desarrollo económico y que un proyecto de esta dimensión sin duda reactivaría la economía.

“Su sola construcción a lo largo de 4 años ya significaría la reactivación económica de la zona, previo a la operación del tren”, afirma.

“Pero lo ideal que el proyecto pueda estar tan bien planificado que los impactos positivos sean mayores que los negativos”.