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México desafiará todo pronóstico contra Alemania el 17 de junio, pero si hay una razón contundente que explica el favoritismo hacia los europeos son las diferencias de proyecto, de lo cual los entrenadores son el mejor ejemplo.

El Estadio Luzhniki de Moscú tendrá en una banca a Joachim Löw, el estratega que inició su proceso con Die Maanschaaft en 2004 y que hace unos días renovó su contrato hasta Qatar 2022, de manera que tiene asegurado al menos una estadía de 18 años.

En la otra estará Juan Carlos Osorio, que debutará en un Mundial con solo tres años de experiencia en el Tri y la casi segura posibilidad de que lo deje tras Rusia 2018.

Los contrastes son de origen. Löw se convirtió en DT de su Selección después de ser asistente de Jürgen Klinsmann, con quien coincidió en la escuela de entrenadores. Pero fue el estilo futbolístico de Löw, veloz, de buen toque, ofensivo y menos brusco, el que convenció a Klinsmann.

Tras terceros en Alemania 2006 y la Copa Confederaciones del año previo, Alemania se quedó solo con Löw, quien impulsó el cambio generacional y se apoyó en los entrenadores de clubes locales.

Así, fue subcampeón de la Euro 2008, tercer lugar en Sudáfrica 2010, semifinalista en la Euro 2012 y finalmente campeón en Brasil 2014, así como en la Confederaciones 2017.

Este último título comprobó la eficacia de la planeación a largo plazo, pues Alemania lo consiguió sin muchas de sus máximas figuras, sino con un plantel al que quiso foguear.