tremenda pachanga en Chicxulub
imagen ilustrativa del puerto

Tenía un taller de compostura de zapatos, por la pandemia lo tuvo que cerrar, ahora pesca para sobrevivir jureles en mar de Chicxulub Puerto

De oficio zapatero, José Santana ha sufrido la afectación por la pandemia de Covid-19. Ya que tuvo que cerrar su taller y vivir de sus ahorros que cada vez fueron mermando.Intentó abrir hace una semana, pero reconoce que no es igual que antes. Ahora pesca para sobrevivir.

En su intento por olvidar por un momento todo el caos vivido por el coronavirus, y además sacar para la comida, como dice él, pesca todos los días en aguas yucatecas.

“No hay nada como esto… y es gratis”, cuenta con nostalgia en sus ojos, diciendo también que ha visto llegar médicos y enfermeros a contemplar el mar por un ratito.

Es la primera vez que José ve una “situación muy dura” en el puerto y por eso dice que la economía no se puede detener, pues muchos están al día. “Ese restaurante”, comenta señalando uno en la orilla de la playa, “está vendiendo comida a domicilio, pero ¿quién compra?”

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Nostalgia por el pasado

Chicxulub Puerto estaría rebosando de gente en estos días, asegura. “Pero ¿a qué vienen los turistas si las playas están cerradas? (…) Está bien que se tomen las medidas, pero la economía no se puede detener”.

Por disposición del gobierno del Estado, para prevenir contagios de Covid-19 se restringió el acceso a las playas y lugares públicos, pero hay gente que se las ingenia o aprovecha la escasa vigilancia para meterse a la playa y bañarse en el mar.

Como José hay muchas personas que en medio de esta situación han tenido que cerrar sus negocios, que cambiar de oficios, que ponerse creativos para poder tener que comer.

Esta es la realidad que vivimos no solo en Yucatán, sino en gran parte de México y el mundo.

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