El maltrato a los animales, que con el paso del tiempo se ha convertido en tortura en cada vez más casos, es imparable.
En Tunkás, las actividades populares que se realizan en el marco de la fiesta tradicional en honor a Santo Tomás Apóstol, comenzaron con el pie izquierdo: en el coso taurino ubicado en el centro de la población, con la primera tarde de toros realizada el viernes.
En la primera corrida, con regular afluencia, atrajo a familias aficionadas a la tauromaquia, disfrutaron el paseíllo y luego la lidia de uno de los toros.
Sin embargo, luego que uno de los astados fue lidiado, el evento se convirtió en torneo de lazo cuando los jinetes entraron en tropel a hacer gala de sus habilidades.
El toro que ya había sido lidiado, conocido como de los “matreros”, destripó a uno de los equino ante los gritos de terror de chicos y grandes.
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El sufrimiento del caballo se prolongó debido a que una vez que el toro lo enganchó con los cuernos no lo soltaba.
Posteriormente se dijo que el jinete que expuso al caballo a la furia del toro era proveniente de Sinanché.
En un acto de “discreción”, para que los presentes no vieran las vísceras que colgaban del animal luego de ser corneado, su propietario o los demás participantes lo cubrieron con una lona azul para sacarlo del ruedo.
Según se averiguó, el animal murió poco después.
