MÉRIDA.-

El 12 de diciembre del año pasado, al acudir a misa de la virgen de Guadalupe en la iglesia de San Cristóbal, don Roger Gilberto López Morales vio que muchos guadalupanos llegaban sudados y buscando qué comer.

Los más afortunados compraban antojitos en algunos de los puestos emergentes, pero otros se retiraban de la iglesia para seguir su camino hacia sus pueblos de origen sin comer.

“Al ver eso le dije a mi hija que para el próximo año haríamos cochinita para repartir tortas o tacos a los amigos que vienen de otros lugares y aquí estamos”.

De oficio banquetero, o medio banquetero como el mismo dice pues sólo sabe preparar guisos regionales, dice que siempre le ha dado por ayudar, pero es primera vez que hace algo por los guadalupanos.

En años anteriores ha donado comida para otras causas, y también en los servicios que ofrece, procura preguntar a quienes los contratan qué van a hacer con lo que comida que quedó. “Algunos dicen que lo van a regalar y yo me ofrezco llevarlo al hospital O’Horán para repartir entre la gente que está esperando”.

Señala que dar es una forma de agradecer por lo muchos que ha recibido en la vida. “Gracias a Dios este año nos ha ido bien y por eso damos un pocos porque si no de qué nos sirve tener si no compartimos. Hay que compartir con la gente que lo necesita, y siempre lo doy de corazón”.

Para esta ocasión, él mismo cocinó los 25 kilos de cochinita a partir del día 11, y el 12 se despertó temprano para picar cebolla y preparar la salsa picante.

En la labor lo ayudaron su hija Grety Aremy López López, su yerno Luis Segovia Briceño y Juan Lara Vázquez, un amigo de la familia. Los cuatro se instalaron a partir de las 9 de la mañana en la puerta del taller “Vidrios y Aluminios” de Luis Segovia en la calle 69 entre 75 y 77 de San Antonio Kaua, invitando a los guadalupanos a detenerse para desayunar.

“Han pasado muchos de Tekit, de Kanasín… de varios lugares, y vienes y piden dos, tres o cuantos tacos quieran. No les decimos que no. Y es que Dios nos ha dado bastante que siempre hay que buscar la manera de devolver”.

Don Roger, vecino del fraccionamiento Vergel II, dice que su familia no sólo es católica sino muy unida. “Hemos vivido tranquilos y siempre vamos a misa. Anoche fuimos a San Cristóbal”.

Lo que si nunca hizo fue correr como miles guadalupanos. “Siempre oía cómo se organizaban y que sacaban sus camisas para correr, pero yo nunca me animé como que soy un poco perezoso para eso, pero pues mi forma de demostrar mi devoción es con esto y me parece bueno porque luego ves a bastante gente que pasa, cansada y que de verdad tiene mucha sed o hambre”, dice don Roger, quien espera repetir esta labor el próximo año.