jkhkjhkdjhfjdkfkjdfdf

Cuenta la leyenda maya que en algún tiempo, el subsuelo se quedó seco, el agua había desaparecido literalmente del manto freático de toda la península, por lo que se le encargó al dios de la lluvia traerla de vuelta, pues las especies y animales que dependen de ella no podrían vivir. Fue así como al viajar sobre un animal alado parecido a un caballo, cansados del camino reposaron sobre un enorme tronco de un árbol repleto de líquenes junto a una cueva, pero de momento, el tronco empezó a moverse, tratándose de una gigantesca serpiente.

Fue así como airada del reposo del viajero y su bestia, de un bocado se tragó vivo el animal que pretendía huir al extender sus alas. En ese justo momento, el dios maya reprendió a la víbora de enorme tamaño y la sometió con su látigo para hacer lo que él quisiera por comerse su medio de transporte. Al subirse sobre el lomo del enorme reptil, también le salieron alas y de sus colmillos salió una soga de bejuco que sirvió como bocado o freno.

Al llegar al mar, al animal se le ataron miles de tinajas con agua para trasladar a los embalses, pero ahí la serpiente voladora se rehusó a continuar porque vio un mejor lugar para vivir.

La deidad maya le prometió que regresaría siempre y cuando envejeciera, cosa que nunca pasaría por ser un animal mitológico.

Al terminar la encomienda la serpiente emprendió el rumbo hacia el mar, pero en el camino el dios maya le propinó 7 latigazos que la convirtieron en miles de gotas de agua dulce.

Se dice que es por esta razón que los cenotes no se secan, pero ¡cuidado!, hay quien los vigile.