Conoce la macabra historia de Emilia Basil, quien en 1973 estranguló a su acosador, lo descuartizó, hirvió restos de su cuerpo y lo sirvió en su restaurante
Nacida en Líbano en el año 1911, Emilia Basil se fue a Argentina en la década de los años 40, pues buscaba escapar de sus problemas familiares y económicos, con la esperanza de tener una mejor calidad de vida.
Según se sabe, Emilia arribó a Buenos Aires en una embarcación carguera. Se instaló en una pensión en la zona del puerto y apenas llegó con una libreta, en donde tenía anotadas las direcciones de libaneses que vivían en la ciudad.
Quien le enseñó las primeras palabas en español fue la dueña de la pensión Dora Ramos, por lo que Emilia buscó refugio en ella. Le pagaba e igualmente le ayudaba a limpiar la casa y la cocina.
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Pues., ella sabía que tener un buen vínculo con esa mujer le ayudaría a abrir las puertas, y así fueron las cosas. Una vez instalada y acomodada, estaba desesperada por conseguir un empleo.
Dora Ramos le cumplió el deseo y le ayudó a conseguir un trabajo en un frigorífico, pero no era una labor sencilla, pues tenía que madrugar y ya en el frigorífico tenía que despostar medias reses.
Un día conoció a Felipe Rueda, con quien se terminaría casando. La pareja se mudó a una casa en la calle Garay 2201, en donde instalaron un restaurante llamado Yamile.
Vivían en el fondo de la casa, teniendo como inquilino a un italiano llamado José Petriella, quien cabe mencionar era el anterior dueño de la propiedad, pero por una mala administración, terminó vendiéndosela a Emilia.
Basil le pagó una parte en efectivo y el restó prometió que lo pagaría por cuotas, a cambio de haber aceptado dicho trato, Petriella podía vivir en un cuarto en el fondo de la casa.
Felipe y Emilia ya tenían tres hijas para ese momento, a quienes llamaron Florinda, Rosa y Mirta. Por su parte, José también era un inmigrante, llegando desde Italia y dedicándose a la plomería.
Emilia Basil mató al hombre que la acosaba
José ganaba bastante bien, por lo que ayudaba a sus otros hermanos enviándoles dinero, con el fin de que pudieran reunirse con él en Buenos Aires.
Ya llegando la década de los 70, el negocio de Emilia marchaba bien, teniendo una clientela fiel, lo que le permitía facturaba bien, pero no le alcanzaba para levantar el dinero de la hipoteca.
Asimismo, Felipe se iba a trabajar todos los días a una fábrica, partiendo desde las cuatro de la mañana. Al tener un horario tan rutinario, Petriella se aprovechó de ello.
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Hallando la manera de meterse en el cuarto de Emilia, ya que se dice que tenía la necesidad de estar cerca de ella, acosándola de esta manera.
Inicialmente Emilia no hacía nada, aparentemente porque tenía miedo de que le ejecuten la hipoteca, lo que significaría perder su negocio. Hasta que un día, Emilia ya no soportó más.
La madrugada del 24 de marzo de 1973, su marido partió a trabajar como cualquier otro día, Emilia a esa hora comenzaba a preparar la comida para que estuviera lista para el mediodía.
José Petriella salió de su habitación y la encaró, Emilia lo empujó, pero esto no pidió que el hombre le siguiera insistiendo, y de un momento a otro éste comenzó a manosearla.
Más tarde, Emilia confesó que lo dejó a hacer esto, con el fin de que bajara la guardia, y mientras Petriella solo pensaba en acostarse con ella, la mujer le hizo un cordel de nylon por detrás del cuello, sin que este se diera cuenta.
Rápidamente Emilia apretó con fuerza y Petriella solo luchó por un minuto, hasta que finalmente cayó inconsciente, pero Emilia no lo soltó, pues quería terminar con su tarea y matarlo de una vez por todas.
José Petriella fue ahorcado hasta la muerte
Cuando estuvo segura que estaba muerto, Emilia metió el cuerpo en un cajón de madera y lo tapó con frutas y bolsas de arpillera, dejándolo ahí hasta la madrugada siguiente.
El día continuó para ella con normalidad, trabajó y cocinó sin siquiera inmutarse. Fue al día siguiente que Emilia inició otro día laboral, pero esta vez además de cocinar lo típico, descuartizó el cadáver de Petriella.
Después hirvió los restos en ollas, con el objetivo de que los trozos del cuerpo desaparecieran. Tiempo después uno de los hermanos de Petriella lo fue a buscar y no lo encontró.
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Por lo que reportó la desaparición a la Policía Federal. Cuando los oficiales comenzaron con las investigaciones, los clientes de “Yamile” indicaron que desde hacía días que no lo veían.
Hasta que una de las vecinas se percató de un olor nauseabundo que provenía de un cajón de manzanas. La mujer lo comentó con una de las hijas de Emilia, quien le contó a la madre.
Emilia le dijo: “No lo toques, llamá a la Policía”. Otro vecino había corrido las verduras podridas con un palo y había descubierto un cuerpo.
Oficiales de Argentina allanaron la casa y el restaurante ante el reporte, y tras las labores encontraron más restos, entre ellos el cráneo hervido de Petriella.
Basil confesó todo ese mismo día, con el fin de que se desvincularan a sus hijas y a su marido. “Lo ahorque, descuartice y herví su cabeza tres días seguidos”.
“Me canse de mirarla mientras se hallaba en ebullición. Lo hice y lo volvería a hacer una y mil veces”, declaró ante el juez Juan Carlos Liporace.
Confesión del macabro hecho
Agregó: “Señor juez… yo no tuve a nadie que me llevara los bultos en un auto. Esa fue mi desgracia; si no, le puedo asegurar que no me descubrían más”.
Emilia Basil, alías “La Turca” fue condenada a 10 años de prisión, pena que purgó en la Cárcel de Mujeres. Sin embargo, salió en libertad condicional en noviembre de 1979.
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