Leyendas de Yucatán:

Aquí en Al chile te traemos una de las más aterradoras leyendas yucatecas; conoce la historia de “El muerto momificado de Uayalceh de Peón”

Corría el año de 1994 cuando en la hacienda Uayalceh de Peón, en el municipio de Abalá sucedió algo insólito. Cientos de ojos y de miradas dieron fe de aquel extraordinario suceso.

En dicha comisaría una familia decidió que ya era hora de sacar los restos humanos de la tumba de su difunto, quien ya llevaba cinco años sepultado en el cementerio, tiempo más que suficiente para que sus huesos sean depositados en una urna de lámina o cubiertos con una tela.

Eran aproximadamente las 11:30 de la mañana cuando los familiares se dieron cita en el lugar donde realizarían la exhumación de los restos cadavéricos con la autorización del comisario municipal de aquel entonces.

En el cementerio solo se encontraban los familiares, el sepulturero, su ayudante y unos cinco mirones que nunca fallan para el chisme.

Cuando realizaron la excavación y llegaron hasta los supuestos restos humanos, grande fue su sorpresa al darse cuenta de que lo único que se convirtió en polvo fue la caja de madera o mejor dicho el ataúd.

Te podría interesar: Leyendas de Yucatán: “La Cherna de Progreso”

Todos los allí presentes, incluyendo a los familiares, retrocedieron espantados y llenos de miedo haciendo una cruz con las manos. Pensando que aquello que estaban mirando era una obra del diablo y no de Dios.

Aquel frío cadáver no se desintegró, estaba intacto, con la piel firme tal y como había sido enterrado, la única diferencia que tenía era el cabello, la barba y las uñas de las manos muy crecidas.

Eso no podía ser posible, eran cinco años enterrado bajo la tierra, con la humedad de las lluvias era para que ya estuviera deshecho, pero no fue así.

El cabello lacio le llegaba hasta la cintura, la barba tenía unos veinte centímetros de largo, al igual que las uñas, los mirones que estaban de más no tardaron en correr a regar el chisme por toda la hacienda, en un ratito el cementerio ya estaba lleno de curiosos, solo para morbosear.

Los parientes le pedían a la gente chismosa que por favor guardaran el secreto, nadie se debía de enterar, no querían que la prensa llegara.

Leyendas de Yucatán: "El muerto momificado de Uayalceh de Peón"

Como a la hora de aquel macabro hallazgo vecinos de otras poblaciones cercanas se hicieron presentes. Varios decían y comentaban que eso era obra de Satanás, porque ese brujo de la magia negra antes de morir le había vendido su alma al demonio y allí estaba la prueba de ello.

De antemano era bien sabido por la gente que conoció al difunto que por muchos años se dedicó a la brujería, a las fuerzas del mal y por las noches se convertía en un uay, en el ente diabólico que él escogiera y asustar a quien se cruzara en su camino.

Se decía que era malo, muy malo, ni su propia familia lo quería porque estaba lleno de maldad hacia los demás. El comisario municipal se hizo presente como a las dos horas porque supuestamente estaba trabajando en su parcela, exigiendo que dicha noticia no saliera de la población, no quería radio, prensa ni televisión.

La gente se opuso y exigió que la noticia se hiciera pública para que el centro de antropología e historia fuera a estudiar el caso, por qué aquel muerto no se había desintegrado.

Los familiares se enojaron por las exigencias de la gente, por lo que les advirtieron que si seguían con sus fregaderas el muerto maldito tomaría vida por la noche para ir detrás de todos esos que hablaban como chachalacas.

Leyendas de Yucatán: “El muerto momificado de Uayalceh de Peón”

Al escuchar dicha amenaza y por la ignorancia de muchos, cerraron el pico y se alejaron solo para mirar. Aquel muerto momificado tardó unas cinco horas o un poco más esperando la llegada del presidente municipal, quien se atrasó por una diligencia en Mérida, arribando a eso de las 4:30 de la tarde.

Se acercó a mirar al momificado una y otra vez sin saber qué hacer, buscando una buena explicación a lo irreal y eso que era doctor de profesión.

Luego dialogó con los familiares para tomar el acuerdo que sería sepultado de nuevo y amarrado fuertemente en caso de que cobrara vida y tratara de hacer sus fechorías, sobre su tumba colocarían las piedras más pesadas e imposibles de levantar.

A eso de las seis de la tarde la hacienda ya estaba desierta, todo mundo encerrado en sus casas por cualquier cosa.

Por muchos años este hecho fue un misterio que quedó en el olvido y nadie supo más que la población, el muerto momificado nunca más se volvió a exhumar.

Leyendas de Yucatán: "El muerto momificado de Uayalceh de Peón"

Síguenos en Facebook: Al chile Yucatán