chicha portada
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Aunque sea difícil concebir a Chichen Itzá como propiedad de un particular, así lo fue durante un tiempo; durante varios años tuvo varios dueños.

Chichén Itzá es una de las Maravillas del Mundo y no es posible contar la historia de nuestro estado y de nuestro país sin mencionarla, sin embargo por un tiempo no fue “propiedad de la nación”, sino que fue de varios dueños que negociaron con ella a su mejor interés.

Primeros propietarios

El estadounidense Edward H. Thompson adquirió las tierras por lo equivalente a 300 pesos y luego sus descendientes se la vendieron a Fernando Barbachano.

Durante un largo lapso de tiempo, estos terrenos fueron propiedad de seis particulares y de tres comunidades indígenas.

Fernando Barbachano Peón compró los terrenos incluso antes de la existencia del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).

Su familia es una de las más conocidas dentro del territorio yucateco y las pirámides no se veían como en la actualidad.

En ese momento necesitaban mucha ayuda para que luzcan como lo hacen en la actualidad. Eran un montón de rocas y maleza sin sentido alguno, muy difícil de apreciar como las maravillas que son hoy.

Los terrenos estuvieron años en disputa legal hasta el 2004 cuando la Suprema Corte de Justicia de la Nación ratificó que se trataba de una propiedad privada. 

Acuerdo del gobierno con los Barbachano

La familia yucateca llegó a poseer en casi 60 hectáreas de los terrenos correspondientes a la zona arqueológica, las cuales pasaron de Fernando a su nieto Hans Thies Barbachano, luego del fallecimiento del primero.

No fue hasta el 2010 cuando el gobierno yucateco llego a un acuerdo con la familia Barbachano para adquirir los terrenos que ocupa la zona arqueológica por medio de un acuerdo histórico, el cual se especula que rondó entre los 750 millones de pesos.