Cuenta la leyenda que Don Juan Manuel Solórzano, un hombre adinerado, bien parecido y muy respetado por todos, estaba casado con una guapa e inteligente mujer, Doña María.

Sin embargo aunque su amor era muy grande no pudieron estar siempre juntos debido a que María no podía tener hijos, por eso Don Juan Manuel decidió separarse y enclaustrarse en el Convento de San Francisco.

Al no poder dejar sus negocios, decidió llamar a su sobrino para que se hiciera cargo de ellos.

Poco tiempo después y debido al encierro, Don Juan Manuel empezó a pensar que la mujer con la que había estado casado ya salía con alguien más, sus celos eran tantos que una noche realizó una invocación para hacer un pacto con el diablo.

La instrucción del diablo era que saliera del Convento y que estando cerca de su casa ubicada en la calle de Uruguay en el Centro de la CDMX debía matar a la persona que pasara cuando dieran las 11 de la noche.

Así lo hizo y durante varios días mató a hombres inocentes, pues “el diablo” le había dicho que cuando matara al hombre con que su ex mujer lo engañaba el se aparecería para hacérselo saber.

Una mañana un grupo de hombres acudió al Convento a buscarlo y cuál fue su sorpresa al darse cuenta que era su sobrino y que él mismo lo había matado.

Tan grande fue su angustia y arrepentimiento que a los tres días de ese, su último asesinato, Don Juan Manuel Solórzano fue encontrado colgado de la horca pública.

A la fecha es muy común escuchar a los alrededores de esa calle que un hombre en punto de las 11 de la noche pregunta: ¿qué hora es? si alguien contesta “Son las 11 de la noche” él dirá “¡Dichoso aquel que sabe la hora de su muerte!