“Soy Abril Pérez Sagaón. Fui asesinada el 25 de noviembre, Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, luego de luchar contra la violencia infringida contra mí, por Juan Carlos García, el hombre con quien estuve por 25 años, con quien tuve tres hijos y a quien admiraba”.

Lo cuenta mi hija, Ana Cecy, que llama a su padre sociópata narcisista desde su cuenta de Twitter. Pidiendo que se viralice mi caso, que es hora de la justicia.

El perito que revisó mi cuerpo inerte, le dijo a mi hermano Javier que hacía mucho que no veía un tiro tan certero. Fueron dos, detrás de mi cráneo, de alguien que se acercó en una motocicleta al auto donde viajaba con mi abogado y dos de mis hijos. No fue un asalto, los tiros iban directo a mí.

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Es el mismo cráneo que mi marido me fracturó once meses antes, cuando me golpeó con un bate de béisbol, la misma noche cuando intentó degollarme con un cúter, unas horas antes de la fecha que habíamos acordado avisar a nuestros hijos que nos separaríamos.

Esa noche, 4 de enero de 2019, cumplía meses de estar durmiendo en el cuarto de mi hija. A mi amiga Claudia Arroyo le conté que había tomado esa decisión después de una agresión anterior, cuando él intentó ahorcarme y me defendí pateándolo. A Claudia le mostré la marca que me había dejado en el cuello. Le dije que él me daba largas y se comportaba como si nada. Ella recuerda bien los mensajes que él ponía en Facebook, diciendo que yo era el amor de su vida. Ahora ella lo cuenta por mí, porque yo ya no puedo hacerlo.

Después de que fui con el bate, lo denuncié. Me fui del departamento. Mi abogado me recomendó que hiciera una conferencia de prensa. Juan Carlos era un hombre conocido, un exitoso emprendedor, empleado de multinacionales. No lo hice. Tuve miedo por mis hijos. Eso le dije a Claudia. Que ahora lo cuenta por mí.

En septiembre apresaron a mi exmarido, gracias a mi denuncia, pero el 3 de noviembre un juez lo liberó. Dijo que como yo estaba dormida cuando me golpeó, era violencia doméstica y no intento de homicidio. También que el bate era algo para jugar y no un arma. ¡Yo creía que estaría preso por muchos años! Estuvo dos meses. Ahora la Procuraduría interpondrá una queja contra los jueces y el magistrado que intervinieron en su libertad.

Vinimos a México desde Monterrey, pues los abogados de él pidieron una diligencia con psicólogos para analizar la influencia que tenía yo sobre mis hijos. Al final de esa audiencia me asesinaron. Íbamos de vuelta al aeropuerto. Dos certeros tiros me dieron en la cabeza, mientras mis hijos dormitaban en el auto.

Este 28 de noviembre me velaron en Monterrey, recibimos muchísimas muestras de apoyo. Sé que aunque mi muerte no será en vano, no soy ni remotamente la única.