jdhfjhdfhjdfjdjfdjhfjhdfjdhf

En una casa del pueblo vivía una señora con un aspecto un poco tenebroso. Ella tenía dos perros grandes y también daban un poco de miedo; aunque en el día todos los niños jugaban con ellos, cuando llegaba la noche los perros no paraban de ladrar y aullar y esto le ponía los pelos de punta a los vecinos.

Aunque los ruidos que hacían los perros durante la noche molestaban mucho a los vecinos, nadie se atrevía a decirle nada a la señora. Luego de dos años, se mudó a una casa cercana un joven con su familia, ellos tenían un poodle blanco; apenas llegaron el poodle se empezó a poner nervioso.

La primera noche de esta familia en su casa fue un poco difícil, el joven, como lo único que quería era descansar decidió acercarse hasta la casa de su vecina para decirle amablemente que hiciera callar a sus perros, pero cuando abrió la puerta de su casa, notó que los perros eran aún más grandes y los ojos se le veía de color rojo.

La mujer salió y su aspecto asustó un poco al joven, pero él le dijo amablemente que necesitaba dormir y sus perros no dejaban que él ni su familia descansaran, por lo que le pidió que haga lo posible por mantener en silencio a sus perros, la señora lo miró, sonrió macabramente y le dijo que ellos decidían cuando hacer silencio.

Luego de varios días, apenas empezó a atardecer, uno de los perros de la vecina no estaba, esto le llamó la atención al joven, pero no le dio mucha importancia. Mientras dormía escuchó ruidos dentro de la casa y apenas bajó la escalera…

Cuenta la leyenda que él joven al ver a los ojos a esta bestia enloqueció y tuvieron que internarlo en un hospital psiquiátrico ya que su familia pensó que fue él quien le hizo daño al poodle.