Hiena de Querétaro

Los investigadores afirman que por lo menos había 10 litros de sangre distribuidos por la casa

Continuamos con la segunda parte de esta macabra historia. Al parecer después de estas advertencias o pláticas que tuvo el padre Ramón con el director de la escuela, él ya no quiso continuar con el idilio que mantenía con Claudia Mijangos.

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También le pesaba demasiado la traición a los votos que había hecho cuando se ordenó sacerdote. Por toda esta complicación el padre Ramón decidió terminar con la relación. Claudia no lo tomó nada bien. Lo buscaba, lo seguía, diría años más tarde el padre Rigoberto.

Claudia entonces empezó a hablar de que escuchaba voces, que eran ángeles que le decían que tenían que estar juntos. Ella nunca perdió la esperanza de estar con el padre Ramón. Según dicen los peritos, este evento fue tan fuerte para ella, que detonó los problemas de salud mental que venía arrastrando.

Su amiga Adriana, cuenta que con sus hijos siempre fue cariñosa, que con la gente muy amable, pero unos meses antes mostraba actitudes extrañas, pero nunca violentas. Sin embargo, el terapeuta de pareja al que habían estado acudiendo Claudia y Alfredo, en un intento desesperado, de él, de recuperar su matrimonio, contó que sí había advertido conductas violentas en Mijangos, pero nunca pensó que escalaran tanto, pues eran durante la terapia en donde los dos discutían y se levantaban la voz.

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El terapeuta les recomendó que se divorciaran por lo dañada que estaba ya su relación. El mayor episodio de violencia que había ocurrido hasta entonces, por parte de Claudia, fue la vez que, a media noche, sacó a Alfredo al patio de la casa y lo dejó ahí en calzones por horas.

Claudia Mijangos buscó entonces desesperadamente la anulación de su matrimonio, pero no había argumentos suficientes y esto la frustró. Ella seguía muy enamorada del padre Ramón y no entendía por qué no podían estar juntos.

Una discusión muy fuerte

 El 23 de abril cuando Alfredo regresó a sus hijos a la casa, Claudia y él tuvieron una discusión muy fuerte. Le dijo que sabía del romance que tenía con el padre y se lo reprochó, aún así, él quería regresar con ella.

Ella no negó la aventura, en cambio, defendió el amor que tenía por el padre Ramón. Los gritos los escucharon los vecinos, pero no intervinieron. Alfredo se retiró.

A la mañana siguiente, en el interior de la casa se presentaba una escena que parecía sacada de una película de horror. El piso de la sala y las escaleras que iban hacia la planta alta estaban manchadas de sangre, al igual que el pasillo entre la recámara principal, la recámara del pequeño Alfredo, la recámara de las niñas y el baño.

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Los investigadores afirman que por lo menos había 10 litros de sangre distribuidos por la casa. La puerta de la alcoba estaba entreabierta y el cuadro que se ofrecía a los ojos era aterrador. En la esquina de la recámara, sobre un sillón: dos cuchillos de cocina, uno de 40 centímetros y el otro de 33 centímetros, ambos con cachas de madera en color café, limpios.

Un tercer cuchillo de 31 centímetros se halló en la recámara de las hermanas Claudia María y Ana Belén, caído sobre la alfombra y lleno de sangre.

Claudia escuchaba voces en la cabeza

En la madrugada del 24 de abril, las voces al interior de la cabeza de la exreina de belleza no paraban de hablarle, le dijeron que sus niños eran demonios que impedían que estuviera con el padre Ramón. Los mató.

Mijangos fue interrogada y no recordaba lo ocurrido, parecía desconocer el destino final de sus hijos. Según el interrogatorio, deliraba diciendo que sus hijos dormían y ella debía preparar el desayuno, luego cambiaba la angustia por tener que ir por ellos al colegio.

Tras las investigaciones se apreciaron los problemas psicológicos que presentaba, por lo que se determinó, tras algunos estudios, que en el momento de la tragedia Claudia Mijangos se encontraba en medio de un episodio psicótico.

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Mijangos enfrentó su proceso en el penal de Querétaro y finalmente el 19 de septiembre del 1991 fue recluida en el anexo psiquiátrico del Centro Femenil de Readaptación Social de Tepepan, al sur de la Ciudad de México.

La casa de la ” Hiena de Querétaro”, en donde ocurrieron los trágicos asesinatos, durante años fue el escenario de rituales satánicos hasta que tapiaron completamente la vivienda. El juez le impuso la sentencia más alta que se puede dictar en este tipo de casos, 30 años.

Su sentencia concluyó el 24 de abril de 2019 y en el exterior del penal ya la esperaban 2 personas, aparentemente sus familiares, quienes llegaron al lugar a bordo de una camioneta Mazda CX7, la mujer vestida de azul y con el cabello rubio subió sus pertenencias a la cajuela de la camioneta, posteriormente abordó el vehículo y se retiraron.

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